La revolución tecnológica está revolucionando nuestro mundo de manera exponencial. Y está modificando desde cómo compramos (escáneres e impresoras 3D), cómo conducimos, (coches autónomos) y cómo tratamos enfermedades (implantes bioelectrónicos), hasta qué comemos (carne artificial) y qué hijos tenemos (modificación genética).
En cambio, la orientación profesional sigue siendo la misma que recibieron nuestros padres. Cada orientador en España ayuda de media a 750 de estudiantes, cuando la UNESCO establece que como máximo deberían ser 250. Esto hace que la mitad de los estudiantes españoles sigue escogiendo hoy su profesión entre las 10 más tradicionales, mientras el 40% de las empresas no encuentra perfiles cualificados para sus posiciones emergentes.
No es de extrañar que el 30% de los universitarios españoles abandone la carrera que ha elegido, lo cual supone el mayor ratio de abandono universitario de Europa. El desajuste entre oferta y demanda es tal, que se está dando una extraordinaria situación: cuanto más crezcan las vacantes, mayor será el desempleo.
¿Cómo saber qué profesión escoger si no conocen el 85% de los empleos de futuro? ¿Qué formación elegir si hay miles de cursos nuevos entre grados, FPs y cursos online? ¿En qué habilidades blandas capacitarse si prácticamente ninguna se estudia?
La Orientación Profesional, así como la Educación, tiene que evolucionar al ritmo de la tecnología, y de ahí nace el concepto de orientación avanzada.
La Orientación Avanzada incorpora dos nuevos elementos:
La Orientación Avanzada lleva a los estudiantes a través de un proceso de autoconocimiento de su perfil, único e irrepetible.
Para desempeñar un trabajo necesitamos principalmente 3 cosas: poder hacerlo, saber hacerlo y querer hacerlo. A medida que avanzamos en la evaluación de los estudiantes, vamos obteniendo puntuaciones que nos arrojan información valiosa sobre lo que ese estudiante puede hacer, lo que sabe hacer y lo que quiere hacer.
En la evaluación holística es necesario medir tanto capacidades tradicionales (aptitudes cognitivas, intereses profesionales, etc), como otras que no se han medido nunca en orientación como el pensamiento computacional, relacionado con las habilidades de programación, o la personalidad, que aporta información de cómo entendemos el mundo que nos rodea. Cada parámetro por separado no aporta información suficiente para una orientación eficaz, pero si las combinamos todas, es cuando podemos extraer el “adn” único de cada estudiante, e identificar con gran precisión su potencial.
¿Para qué? Para predecir el trabajo del futuro ideal para cada persona. Porque cada empleo del futuro tiene asociado, a su vez, una combinación también única de capacidades. Por ejemplo, un project manager necesita, entre otras cosas, de habilidades de trabajo en equipo, la computación cuántica de una alta inteligencia fluida, un ético de capacidad de razonamiento, la impresión 3D de capacidad espacial, un investigador de una cierta introversión, un naturista de interés por el medio ambiente, etc. De esta manera, combinando todas las dimensiones del perfil de un estudiante, con los miles de empleos del futuro, aparecen los óptimos para una persona como él/ella.
Dicen que el 85% de los empleos del futuro aún no se han inventado pero… ¿es eso cierto? Parece lógico pensar que la velocidad de la tecnología y la automatización de las tareas repetitivas, nos dirigen hacia un futuro desconocido. Lo virtual, lo artificial, la inteligencia artificial, el software… Se están comiendo el mundo y es normal que pensemos que habrá cambios que no podemos ni siquiera imaginar.
Sin embargo, contamos con evidencias de sobra que nos indican con mucha claridad, cuáles son los trabajos con mayor empleabilidad en el futuro próximo. Estas son algunas de las evidencias que trabaja la Orientación Avanzada:
Contamos con previsiones de crecimiento de las principales instituciones mundiales como el World Economic Forum, McKinsey Global Institute, Gartner o el MIT. Por ejemplo, sabemos que la nanotecnología superará los 125 billones de dólares para 2024, que la impresión 3D crecerá un 25% anual durante los próximos 5 años, que el blockchain superará los 7 mil millones de dólares en 2024, con un crecimiento anual del 69%…
Tenemos ya datos sobre el impacto que las tecnologías exponenciales está generando en los sectores tradicionales. Por ejemplo, sabemos que en el Smart Farming la nanotecnología está creciendo exponencialmente para el desarrollo de sensores inteligentes. Que en el sector de la construcción, la impresión 3D está creciendo exponencialmente para el ensamblaje de viviendas enteras en menos de 24 hora. Que el año que viene casi el 80% de los bancos utilizará el blockchain…
Los retos que nos plantea la tecnología nos arrojan mucha luz sobre los roles a desempeñar en los trabajos del futuro. Uno de estos retos es moral: la tecnología nos plantea dilemas morales nunca planteados con anterioridad. Avances como el coche autónomo o la modificación genética exigen perfiles éticos y filosóficos que aporten una visión humana. Otro de estos retos es el regulatorio: la tecnología nos plantea cuestiones legales que no están aún abordadas. Pensemos en el uso de drones volando sobre humanos o en el uso de datos por parte de empresas, actividades que necesitan de perfiles legales que entiendan muy bien la tecnología. La tecnología nos plantea también una nueva comunicación entre las máquinas y los humanos, lo cual va a requerir de roles lingüistas que sean expertos en procesamiento de lenguaje natural. De la misma manera, la tecnología nos va a demandar también roles de diseñadores, de ingenieros, de tecnólogos, de facilitadores… Roles de futuro que estarán detrás de todos los trabajos con mayor empleabilidad.
Por todo esto, nosotros hemos dejado de llamarlos “empleos del futuro” y hemos comenzado a llamarlos “empleos con futuro”. Porque todos estos trabajos existen ya en la actualidad.
Sí, ya hay data scientists que están regulando smart cities, ya hay ingenieros de tecnología de materiales para wearables y tecnólogos de bioelectrónica para animales. No solo en empleos técnicos, ya hay también project managers que están implantando telemedicina en hospitales, consultores legales de modificación genética de alimentos, artistas asistidos por la inteligencia artificial o diseñadores de visualización de datos. Que no estemos familiarizados con estos trabajos de futuro, no quiere decir que no existan ya en la actualidad (y además, creciendo muchísimo). Lo único que quiere decir, es que no nos estamos formando para ellos.
Por lo tanto, si tienes un hijo en edad de elegir bachillerato o estudios superiores y aún te sigue haciendo la pregunta ¿Qué estudio, lo que tenga más salidas o lo que me guste? Ya sabes qué responderle: apuesta por la Orientación Avanzada y conseguirás ambas cosas.
Post realizado en colaboración con Singularity Experts.
Si te ha parecido interesante, te recomendamos esta entrada en la que hablamos de jornadas de orientación profesional en los centros educativos.
Al abordar el inglés en primaria, encontrar las herramientas adecuadas para repasar y reforzar el…
En un mundo cada vez más conectado, dominar el idioma inglés desde una edad temprana…
En el contexto educativo actual, donde la globalización juega un papel crucial, los colegios internacionales…
En España, los colegios privados representan una parte esencial del sistema educativo, ofreciendo a las…
En la búsqueda de una educación de calidad para nuestros hijos, los colegios concertados en…
La lectura es una puerta hacia la imaginación, y no hay edad demasiado temprana para…