El último curso de Secundaria es un paso en el que los alumnos de 4º curso deciden, en parte, su orientación profesional. La mayoría de ellos no tienen claro qué querrán “ser de mayores”. Es lógico. Por eso, algunos centros, como el colegio Tajamar organizan jornadas de orientación profesional que, al menos, acerquen a los alumnos con la realidad.
Habitualmente, el colegio invita a participar en estas Jornadas a un grupo de antiguos alumnos, estudiantes de últimos cursos de Universidad o primeros años de ejercicio profesional (caso de FP). Ellos cuentan por qué eligieron tal carrera o tal grado de FP y lo que les ha supuesto.
En algunas ocasiones, estas jornadas de orientación tienen como invitados a profesionales de gran nivel de distintos sectores que hablan a los alumnos sobre el ejercicio profesional y, sobre todo, de las actitudes o soft skills (más que aptitudes) que deben tener para desarrollarse profesionalmente en un mundo tan competitivo.
En el caso del colegio Tajamar, para las últimas jornadas, fueron los profesores de Secundaria quienes se implicaron completamente en la preparación de las mimas; tanto, que fueron ellos quienes buscaron a estos profesionales. Entre los profesionales que asistieron a la jornada de orientación profesional había del campo de la medicina, de la ingeniería, de los medios de comunicación, del entorno empresarial y marketing; funcionarios de organismos internacionales; un arquitecto, una investigadora; y también de los cuerpos de seguridad.
Todos ellos se sintieron muy a gusto y agradecieron la invitación, porque “ver a jóvenes con estas inquietudes anima a ver el futuro con otros ojos”, reconocía Laura Ortiz, investigadora en la UPM y profesora de ICAI.
Los alumnos, por su parte, se mostraron agradecidos y satisfechos, pues la mayoría se encuentra con el mismo dilema: ¿qué opción será la mejor para mí, Bachillerato o Formación Profesional? Si fuese Bachillerato, ¿cuál sería el más apropiado?; y, si fuese Formación profesional, ¿Grado Medio o Grado Superior? Lo escuchado fue de gran utilidad y les sirvió, bien para descartar una vía o una carrera, bien para descubrir otra que no imaginaban.
El día anterior a la jornada, los alumnos sabían quién hablaría sobre qué y en qué clase. De tal manera, que ellos se apuntaban a las sesiones que les parecían estar más acorde con sus preferencias o inclinaciones.
Durante la explicación del invitado, los alumnos preguntaban por las dificultades que se habían encontrado en sus estudios o por la importancia que tienen los idiomas o por el grado de satisfacción de la elección que hicieron. Al terminar las intervenciones era frecuente que los alumnos se acercasen al invitado para continuar con las preguntas que la falta de tiempo o la vergüenza les impidió hacer.
Y en tu colegio o al que piensas llevar a tus hijos, ¿organizan este tipo de jornadas?
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