Instituto De Vilafant de

Vilafant

El profesorado es muy amable y se pueden aprender muchas cosas distintas.

En un pequeño pueblo llamado Vilafant, había un instituto que se alzaba imponente en la cima de una colina. A lo largo de los años, muchos estudiantes habían escuchado las leyendas que envolvían sus muros. Se decía que, en las noches de tormenta, se podían escuchar susurros y risas apagadas provenientes de sus pasillos vacíos. Una noche de octubre, un grupo de estudiantes decidió explorar el instituto después de horas. Armados con linternas y un par de bocadillos, entraron por una puerta trasera que siempre estaba entreabierta. El aire era frío, y una sensación de inquietud los envolvió. Mientras avanzaban por los pasillos, comenzaron a escuchar el crujir de las tablas de madera bajo sus pies. Al llegar a la antigua biblioteca, encontraron un libro polvoriento en la mesa. En él, había historias de estudiantes que nunca regresaron a casa. Justo cuando uno de ellos comenzó a leer en voz alta, las luces parpadearon y el ambiente se tornó más denso. De repente, una sombra oscura se proyectó en la pared, moviéndose rápidamente hacia ellos. Asustados, los chicos intentaron salir, pero la puerta estaba cerrada. Un susurro resonó en el aire: “¿Por qué han venido? Este lugar es un secreto olvidado”. Con el corazón latiendo a mil por hora, uno de ellos, Pep sigma, recordó una leyenda que hablaba de un espíritu que protegía el instituto. En un intento desesperado, comenzó a hablarle: “No venimos a hacer daño, solo queríamos conocer tu historia”. Para su sorpresa, la sombra se detuvo y se transformó en una figura etérea. Era el espíritu de una antigua estudiante que había quedado atrapada allí. Les contó que solo deseaba ser recordada, y que cada año, un grupo de estudiantes debía entrar y escuchar su historia para liberar su alma. Con el amanecer asomando en el horizonte, los chicos prometieron contar la historia de la joven y así, al fin, el espíritu pudo descansar en paz. Desde entonces, el instituto de Vilafant se convirtió en un lugar de memoria y respeto, donde la historia de aquellos que habían sido olvidados siguió viva en los corazones de los que pasaban por sus puertas.